miércoles, 20 de mayo de 2020

La energía performática y la conexión con lo intangible




El curso pasado fue muy performático por el planteamiento de las clases temáticas y, la forma en que los estudiantes se implicaron e hicieron suyo el espacio/tiempo de nuestros encuentros.
Trabajamos de forma transversal muchos temas, hubo meriendas, visionado y análisis de series, propuestas de vestimenta e instalaciones, músicas y bailes temáticos y muchos debates.
En medio de este hervir de la creatividad nos reunimos un día para realizar la grabación de una performance cuando en un intermedio y al posar para la foto, las capuchas que normalmente se llevaban puestas del revés y tapaban la cara, se bajaron para mostrar apenas los ojos.
Ver esta imagen hoy es estremecedor. Porque implica directamente una referencia a lo que se ha convertido en nuestra realidad. Hoy más que nunca pues llevar mascarilla se acaba de convertir en obligatorio en nuestro país.
Presiento que en el espacio de la producción artística y en las sinergias colectivas con fuerte impacto creativo se produce lo mismo que en los sueños. Lo inconsciente se manifiesta. Para lo inconsciente el tiempo no existe y hay una virtud por la cual podemos avanzar acontecimientos, que llegan a nuestro onírico y que quizás en ese momento no podemos situar, no lo comprendemos. Estoy pensando en los sueños de los pacientes de Jung, en el período de entre guerras, que barruntaban los horrores de la Segunda Guerra Mundial. 
Pienso que de alguna forma, en esa primavera hace un año, conectamos con una realidad que viviríamos en ese presente eterno que significa lo inconsciente, y sin saber, solamente con el poder de la intuición, se materializó en esa imagen, como un juego.


lunes, 27 de abril de 2020

Realizamos una « Performance Confinada »

Cada año me gusta felicitar la primavera con  una imagen y el lema « primavera feliz »
Este año esta fue la fotografía. Es la misma máscara con la que salgo a la calle cuando tengo que hacerlo
Una performance no es hacer teatro. Una performance es un gesto visual en el que interviene nuestro cuerpo. Una performance es algo cercano a un ritual. Una performance no puede salir mal, porque se hace desde la verdad de hacerla. Una performance es algo que está inscrito en la vida. En la performance interactuamos con los otros, que pueden no comprender o dar un sentido distinto al que para nosotros tiene la performance que estamos haciendo.
Justamente en nuestro último día de clase hablamos de performances y os mostré algunas de las que he desarrollado en la Universidad y en las que participaron compañeros de otros años. Una performance puede ser individual o puede ser colectiva.
Los niños pueden hacer performances y de hecho les es muy natural, porque los niños pequeños son criaturas simbólicas de forma natural, como podemos ver en los dibujos que hacen.
Las performances nos acercan a los símbolos y a lo sutil y delicado. Aunque también hay performances grotescas y brutales. Porque la performance es también un retrato de su autor.
Os animo a hacer una « Performance confinada » y registrarla por medio de fotografía o vídeo, de no más de un minuto. Podrá ser individual o colectiva. La incluiréis en vuestros portafolios y si es colectiva lo indicaréis. También me enviaréis las imágenes o vídeos a mi email: bandeirapilar@gmail.com 

Inventamos una actividad de educación artística para niños pequeños a partir de un cuento de hadas

Un espacio para los cuentos de hadas en mi casa
Propongo que inventemos una actividad para realizar con niños pequeños y la llevemos a cabo nosotros o con algún niño si lo tenemos disponible y quiere. 
La actividad la podemos crear de forma individual o en grupo. Partiremos de un cuento de hadas que podemos elegir libremente. Entendemos por cuento de hadas, un cuento tradicional, de alguna de las antologías que conocemos (Perrault, Grimm, Andersen...). 
La actividad será dentro de los presupuestos de la Educación Artística: daremos importancia al proceso, a la experimentación. Podremos trabajar valores y cuestiones de género a través de nuestra propuesta. No intentaremos hacer algo « bonito » ni estaremos pendientes del resultado.
Las imágenes y documentación de esta actividad aparecerán en nuestros portafolios personales. Si la actividad la hemos hecho en grupo lo indicaremos, pero expondremos nuestra opinión particular sobre el asunto.

Hacemos un collage a partir de un sueño. Y algo más

Mis últimos cuadernos de sueños
Durante la noche soñamos varias veces, no siempre nos acordamos, pero los sueños siempre están ahí. Si prestamos atención podemos empezar a escribirlos. La cosa puede comenzar por colocar un cuaderno junto a la cama, e iniciar el ritual de escribir al despertar la sensación que conservamos de la noche, alguna imagen, o un sueño si lo recordamos.
Los niños tienen una gran capacidad para conectar con sus sueños. En las familias en que se da importancia al onírico es muy normal que los niños los compartan en la mañana. También es un estupendo tema para tratar en el tiempo de « asamblea » en la escuela.
Los sueños son una gran fuente de autoconocimiento y un espacio maravilloso para que nuestra creatividad se alimente.
Propongo una actividad a partir de los propios sueños:
- Escribir un sueño nocturno (de los últimos días o si no nos acordamos rescatar un sueño antiguo).
- Hacer un collage o un dibujo en el que intervenga también la técnica del collage. Sentirse libre en la confección.
- Realizar un pequeñísimo vídeo utilizando esta imagen. Puede durar apenas un minuto. Puede ser una pequeña narración que se graba mientras se visualiza la imagen. Puede ser un vídeo que se hace en equipo utilizando las creaciones de los compañeros del grupo.
- Los vídeos se suben al blog (Cada uno en su portafolio aunque si es grupal se me indica) y se me envían también por email para que pueda guardarlos. Se envían a bandeirapilar@gmail.com


domingo, 5 de abril de 2020

Realizamos un diario visual del confinamiento, con fotos o vídeos...

Mi diario visual de confinamiento « efecto confinamiento »
Cuando este año comenzamos las clases y vimos la cuenta de Instagram llamada « Eva Stories » no sabíamos lo que se nos venía encima. La historia que relata este proyecto se desarrolla entre febrero y  junio de 1944 y a través de pequeños vídeos, cuenta la vida de Eva, imaginando cómo ella lo habría relatado con imágenes si hubiera podido, porque quería ser fotógrafa.
En clase se debatió sobre este asunto y no estaba claro si en una situación semejante habría la presencia de ánimo para hacer tal cosa.
La paradoja del destino es que en marzo de este año nos hemos visto confinados en casa, y llevamos ya tres semanas. No pretendo comparar lo que nos está pasando con la historia de Eva, no literalmente, porque ella acabó muerta en un campo de concentración y ahí había un enemigo muy claro y una guerra directamente.
La cuenta de Instagram « Eva Stories »
Ahora se está utilizando un lenguaje bélico, pero no hay un enemigo claramente a la vista, hay un virus que no se ve. Y una situación extrema, de miedo, de angustia, de impotencia, para la mayoría, y de alto riesgo para el personal sanitario. Pero tenemos comida y muchas comodidades, nada que ver con una guerra al uso. Aunque está muriendo mucha gente y en soledad, cosa que es terrible.
Para las generaciones que hemos nacido tras la posguerra, esta es la situación colectiva más dura de nuestra vida, no comparable con ninguna otra. Yo nací aun en dictadura y me acuerdo, pero no es comparable con la prueba que ahora estamos viviendo, ahora nuestra capacidad de acción es muy limitada, y en teoría vivimos en democracia, aunque las calles están desiertas y las patrullan policías y militares.
Puedo imaginar lo duro que tiene que ser para los jóvenes que se están teniendo que enfrentar a esto sin ningún referente anterior.
Bien, desde que comenzó la situación yo he ido subiendo a mi cuenta de Instagram imágenes y algún vídeo que he titulado « Efecto confinamiento ». Animo a quien así lo sienta a que haga lo propio, por una parte recuperando las imágenes o vídeos que viene haciendo desde que empezó esto, y continuando mientras dure este estado de cosas. Se trata de una sugerencia, de una actividad voluntaria, para quien así lo sienta y le sea bueno.

viernes, 3 de abril de 2020

Visitamos una exposición virtual y dibujamos un poco



ACTIVIDAD 1:
Visitamos una exposición virtual, preferiblemente de arte actual, os animo a buscar en páginas de instituciones como Matadero de Madrid, La Casa Encendida, Fundación Telefónica, Exposiciones temporales del Museo Reina Sofía, Tabacalera... después incluimos en nuestro portafolio una reflexión y explicamos cómo lo plantearíamos para una visita con niños.

ACTIVIDAD 2: 
- Dibujamos del natural. Nos fijamos en algún elemento que sea de nuestro interés en casa, puede ser una planta, un objeto, una persona, y delimitamos un fragmento de esa realidad, observamos con detalle y dibujamos sin juzgarnos con los materiales que tenemos. Tratamos de hacer algo que se base en eso que vemos con fidelidad a lo que vemos. 
- Dibujamos del natural pero interpretando. Nos fijamos en algún elemento que sea de nuestro interés en casa, puede ser una planta, un objeto, una persona, y luego dejamos que lo que estamos viendo nos traspase interiormente y fluya una imagen interna, es decir, no tratamos de dibujar lo que estamos viendo, sino lo que sentimos y nos provoca. No nos juzgamos y dejamos que fluya libremente. Utilizamos los materiales que tenemos.

lunes, 16 de marzo de 2020

Coleccionando pequeñas cosas mientras el tiempo pasa



Hola, os he puesto esta imagen de playa y mar porque en estos momentos en que estamos limitados en nuestro movimiento a mi, ir a ver y respirar el mar, es lo que más echo de menos. Llevaba algún tiempo pensándolo, que en cuanto pudiera iba a ir. Y ha pasado esto.
Estamos en un momento extraordinario para apreciar desde las más pequeñas cosas, a otras más grandes, o quizás comprender que son enormes, las más pequeñitas. Yo vi por primera vez el mar con ocho años. Alguna generación anterior a mi lo vieron mucho mayores. Mi primer avión lo tomé con 30 años. Era otra época. Nos hemos acostumbrado de hace tiempo a que todo era relativamente fácil y posible, por lo menos para los más privilegiados de entre nosotros, de los que me siento formar parte. Ahora de repente, no puedes ni salir a pasear, ni a correr, ni a ver a una amiga, ni a la familia, ni mucho menos ir a ver y oler el mar.
Así que estamos teniendo la oportunidad de prestar atención a las pequeñas cosas. Es un gran salto cuántico y estético también esto que está pasando.
Y en sincronía con este pensamiento llegó el precioso vídeo de mi compañera Clara Megías en que nos enseña cómo hacer colecciones con pequeñas cosas, para despertar la sensibilidad estética en los niños. Yo voy a hacerme mi colección aprovechando que seguiré haciendo una limpieza de primavera pues llevo tiempo en ello. Os animo a que también hagáis vuestra colección y la compartáis en vuestros blogs.

miércoles, 11 de marzo de 2020

Antídotos de educación artística

Cómo tener confianza en tiempos pandémicos

Actividades de Educación Artística a desarrollar en casa y durante el tiempo de moratoria de clases (sustituyendo las actividades del 16 y del 23 de marzo).
1- Empezamos escuchando el siguiente vídeo y realizando la visualización/meditación que indica.


2- Habremos buscado una fotografía en que aparezca nuestro cuerpo completo.
A partir de esta fotografía realizamos una silueta de un tamaño como de DINA-3 (puede ser también algo más grande, lo importante es que sea de un tamaño suficiente que nos permita trabajar sobre ella).
La silueta la duplicamos para tener la parte anterior de nuestro cuerpo y la posterior. Concentrándonos en nuestra memoria de vida y con un código que nosotros entendamos, vamos a señalar, con texturas, colores etc... cada una de estas cuestiones (inventamos el código personal secreto antes).
  • Lugares de nuestro cuerpo que nos gusten
  • Lugares de nuestro cuerpo que nos disgusten
  • Lugares de nuestro cuerpo que nos hayan dolido o nos duelan regularmente, vulnerables
  • Lugares de nuestro cuerpo que nos guste nos toquen
  • Lugares de nuestro cuerpo que no nos guste nos toquen
  • Lugares de nuestro cuerpo que recuerden memorias diversas por accidentes, caídas o enfermedades, o lo que sea
  • Lugares de nuestro cuerpo que recuerden eventos positivos del tipo que sea
Terminado esto observaremos las siluetas, delante y detrás y reflexionaremos sobre lo que vemos. En estas siluetas estará marcado mucha de nuestra historia de vida, podemos también colocar referencia a los años en que ocurrió tal o cual evento de alguna forma que nosotros entendamos.
Con que lo comprendamos nosotros es suficiente, no hace falta que lo entienda nadie más. Si en algún momento no nos seguimos cómodos con el proceso, lo paramos.
En el dossier de la asignatura incluiremos una reflexión y la imagen de ambas siluetas delante/detrás, no hace falta detallar cuestiones personales, expresar solamente lo que se quiera y en el sentido de cómo el proceso nos gustó o no, si podemos hacerlo o no con niños y desde qué edad.
Esta parte de la propuesta si la desarrolláramos en clase la habríamos realizado en papel continuo tumbándonos en el papel para que otra persona nos dibuje la silueta y luego y a partir de ese soporte trabajar los mismos puntos enumerados antes. Indudablemente el tiempo en clase no permite algo muy profundo y en una sola silueta concentraríamos parte delantera y trasera del cuerpo.
Si tenéis papel para hacer vuestras siluetas a gran tamaño también podéis hacerlo así en casa.

3- Podemos volver a escuchar- visualizar la meditación taoísta de la sonrisa interior (link compartido arriba).

4- Utilizaremos un muñeco preferiblemente que tengamos en casa o que nos de alguien para no comprar. La idea es convertirlo en un mini-yo empoderado, de tal forma que en ese mini-yo las debilidades se conviertan en fortalezas, lo que nos gusta de nuestro cuerpo se potencie, y lo que nos disgusta se transforme en positivo. Los dolores desaparezcan etc. Nos sentiremos identificados con el mini-yo que habremos personalizado absolutamente.
En el dossier de la asignatura compartiremos imágenes de nuestro mini-yo transformado y una reflexión acerca del proceso, de lo que pensamos que hemos encontrado de positivo y si creemos que podemos aplicarlo en niños y de qué edad.

Sugerencia: Realizar esta actividad con niños de la familia, hermanos, padres, abuelos etc... que se animen a hacerlo también, silueta y mini-yo empoderado, cada cual hace lo suyo pero nos ayudamos unos a otros y lo compartimos en familia.

jueves, 5 de marzo de 2020

Hacer una performance para tomar conciencia

Propuesta performática a distancia de la artista italiana Mónica Mura

Desde ayer miércoles y hasta el viernes estoy participando en un Congreso en la Facultad de Bellas Artes sobre performance. En este evento he descubierto la propuesta de performance a distancia de la artista Mónica Mura. Me parece muy interesante. Se trata de intercambiarse con otra persona de sexo diferente la ropa o bien algún objeto y llevarlo con normalidad. La clave es no sentirse disfrazado.
Me parece una propuesta fantástica para desarrollar en el aula de infantil, que los niños jueguen a intercambiar su ropa. Los niños desde muy pequeños son vestidos con connotación sexo/género. Aún hoy el azul niño/ rosa niña está presente en el imaginario popular de forma más o menos consciente. 
Animo a mis estudiantes de educación artística a que reflexionen sobre ello, lean el cartel propuesta de Mónica Mura y se planteen hacer algo así ellos mismos, para poderlo hacer también con niños. 
Se trata de que los niños puedan convivir con el uso de las piezas del guardarropa desde la diversidad de los objetos, dejar de estigmatizar como ropa de mujer o ropa de hombre (la falda por ejemplo, que los hombres no se atreven a usar de forma normal, solo en carnaval y con sentido irónico).

miércoles, 26 de febrero de 2020

Somatizar con una película como detonante y hacer un Orlan sin pasar por el quirófano

El pasado lunes sí que somaticé de veras. Habíamos terminado de ver la película La lengua de las mariposas, esa maravillosa obra de José Luis Cuerda y tenía el corazón en un puño. Bajamos al aula de arte y no me quitaba el frío del cuerpo, pensé que era por la película pero que se quedaría la cosa ahí. Pero no. Me fui sintiendo mal, revuelta. Fui al baño con una especie de cólico y no me dio tiempo a reaccionar, me desmayé y me di un porrazo considerable. Me desperté de una especie de visita al paraíso -siempre me pasa cuando me desmayo, la última vez fue en el 2015- una tremenda sensación de paz y confianza. Si la muerte es eso, no está mal.
La cosa es que después me toqué la frente y noté una protuberancia bestial, me miré en el espejo y realmente parecía una especie de cráter picudo o un cuerno. Me había hecho sin pasar por el quirófano un Orlan (Para quien no la conozca que ponga en Google « Orlane performance »). Salí del baño. En el rellano entre clases se encontraban algunos compañeros, ya siento el susto que les di cuando me levanté el flequillo. Fueron muy amables. Llamaron al Sámur y yo que no voy nunca al médico tuve que ir. Mis estudiantes también fueron muy amables, aprecio el gesto de los que se quedaron hasta bien tarde preocupados por mi. Luego tuve la suerte de encontrar a mi amiga Carmen que me acompañó a La Paz, allí me aplicaron el protocolo, me hicieron una analítica, etc etc y en el informe escribieron que no me desmayé y que puedo tomar paracetamol si me duele la cabeza (les dije que me desmayé y que soy alérgica al paracetamol por supuesto).
Ayer pasé el día en la cama, sin comer, dormitando. Hoy he empezado a sentir que recuperaba fuerzas. Todo este tiempo no he parado de recibir presión de la universidad y sus mil tareas, me he tenido que imponer a mi misma para quedarme en casa y no salir ante el peligro de derrumbarme en la primera esquina.
Creo que lo que me ha pasado ha sido un tipo de somatización brutal y definitiva de lo que resiento que la universidad se ha convertido en los últimos tiempos. Un lugar muy tóxico. Las profesiones vocacionales son las que tienen más burn-out. He empatizado con el profesor de la película que vomita tras sentir que llega la guerra y por tanto la brutalidad y el mal, porque como él dice el infierno está aquí. 
Sé que tendré que poner más conciencia, para saber cuidarme bien y protegerme mejor de los malvados. Centrándome en apreciar las personas de buen corazón pues es lo más importante en esta vida. Mis estudiantes futuros maestros también convendría reflexionaran acerca de los riesgos que nuestra profesión entraña.

martes, 18 de febrero de 2020

Somatizar un aula/ Ser insensibles a los horrores visuales

Obra de William Blake de la exposición de la Tate Britain , Londres, la pasada Navidad
Ayer cuando empezó la clase “teórica” de Educación Artística, estaba yo sentada en uno de los pupitres en la parte delantera del aula. Un aula clásica donde los estudiantes normalmente ven el cogote de sus compañeros. Un aula con espacio para que entren como noventa estudiantes más o menos. Al inicio me costó empezar a hablar, se puede decir que “somaticé el aula”, sentía un tipo de vértigo, de mareo... como me suele pasar a veces, cuando lo verbalicé el malestar fue desapareciendo (dije que el aula me parecía un circo romano, ¿dónde estaban los leones... ?).
En sí el espacio no tenía nada de particular. Se trata de una clase “de toda la vida”, podría decir de muchas vidas porque por aulas de este tipo han pasado generaciones desde hace siglos.
Sorprendentemente, una vez pasado el jamacuco inicial, empezamos a entrar en calor. El debate comenzó a partir del visionado de las Stories de Eva que cuenta en Instagram las últimas semanas de vida de Eva Heyman. Reflexionamos acerca de si, de tener semejante tecnología, Eva habría realizado tal reportaje... y derivamos a un tipo de debate eléctrico en el que el problema del mal se manifestó abiertamente. 
Vivimos tiempos apocalípticos, y también es cierto que la anestesia ante los horrores siempre ha estado presente entre los humanos. Los devorados por las fieras en ese tiempo que me inspiró inicialmente el aula o, los espantos que salen hoy en el telediario con toda normalidad y ante los que nos insensibilizamos son parte de dinámicas culturales del mismo estilo. 
Claro, en la tele no lo estamos viendo en vivo y en directo... pero personalmente tengo un umbral muy bajo de resistencia a las imágenes salvajes, y me doy cuenta de que los humanos somos capaces de absolutas tropelías. 
Anoche internamente celebré que se pudiera arrancar un debate semejante, por incómodo que pudiera resultar. Pienso que en la educación hace falta mucha conciencia, como en general en la vida, y es en el espacio donde se crea la educación del futuro que podemos avivar la llama de la conciencia, atreviéndonos a mirar ahí donde las oscuridades nos podrían hacer girar la cabeza.

lunes, 17 de febrero de 2020

¿Seremos capaces de quedarnos mirando un pequeño animal casi media hora... ?

Una hormiga le piensa y le llama por su nombre, dibujo de mi hijo con cinco años

Ayer mi hijo me compartió el vídeo que copiaré abajo.  Creo que todos sabemos que vivimos en una sociedad híper veloz, híper estresada, donde no paramos de diagnosticar niños con síndrome de híper actividad, sin darnos cuenta de que están reflejando lo que es nuestro entorno. Apenas nos paramos para escucharnos a nosotros mismos, como para pararnos a escuchar a otros. Y lo que es más tocado cada día es nuestro teléfono móvil (lo tocamos más de 2000 veces, increíble... ).
Para mi fue muy significativo ver este vídeo, a pesar de que al escucharlo nos demos cuenta de que habla de cosas que ya sabemos en su mayor parte, pero se nos olvidan.
Me dio la oportunidad de hacer memoria y recordar cuando mi hijo era pequeño, y cómo él me enseñaba el milagro de quedarse fascinado por las pequeñas cosas. Cómo también me hacía de espejo de mis propias quiebras... los niños son siempre un milagro, lo que pasa es que no siempre sabemos verlo. Animo a ver el vídeo, para recordar lo que se nos olvida y que tanto importa para vivir bien.

martes, 11 de febrero de 2020

¿Qué es esto de someterme al Bolonio? ¿Qué está pasando?


Cuando terminé las clases de Educación Artística el año pasado, y tras reposar el incremento de estrés fin de curso que solemos sufrir todos, me sentí muy satisfecha haciendo balance de lo que habíamos construido juntos. Disfrutamos de sesiones muy participativas, donde los estudiantes compartieron su entorno y consumo visual y pudimos analizar capítulos de series desde la transversalidad, realizamos actividades participativas, performáticas, integrando música y meriendas. Todo ello en un clima de debate y de creatividad.
Es cierto que se trataba de un grupo muy competitivo y por otra parte entregado. Yo estaba por lo tanto muy agradecida con lo que tuvo lugar y aprendiendo también de mis errores y de los tiempos en que seguramente me entusiasmé por demás con las actividades y pudieron sentirse abrumados.
Bueno la cosa es que cuando en algún momento después leí las evaluaciones anónimas me quedé impactada con que un buen número de ellos se sentía frustrado porque con el sistema abierto en que el estudiante regulaba sus tres horas y media de asistencia a clase, sentían haber perdido contenidos y experiencias (se habían perdido lo que pasaba cuando no estaban en clase, cosa que por cierto se debatió en su día, pues en la vida siempre estamos eligiendo y si estamos en un lugar no estamos en otro), además la forma de trabajar elaborando a partir de sus demandas y acompañando ese proceso de forma abierta, aplicando el programa de una manera muy creativa, les daba la sensación de que habían perdido algo del programa oficial.
La verdad que como soy una maestra vocacional y me gusta mi trabajo, leer estos testimonios me dejó pensando. Y me dije que quizás, todos estos años en que llevo en ruptura con el estricto sistema Bolonio, quizás requieran ser revisados.
Compartiendo una silla
Se suponía que Bolonia iba a posibilitar la individualización en el trato con el estudiante, pero la realidad es que con Bolonia los grupos aumentaron su tamaño. La flexibilidad en el tiempo de clase se me ocurrió al ver que tenía más de 60 personas matriculadas, y que en principio ese enorme grupo tenía que permanecer junto dos horas enteras en el llamado tiempo de “teoría”. Pero en nuestra área, la teoría no va sola, está fuertemente enraizada en la práctica, y para debatir, en un grupo tan numeroso me parecía muy complicado.
Este año las matrículas ya llegan a casi los 80 estudiantes por aula. 
Entonces el primer día de clase, este año, les comenté la realidad de los hechos. Que me apenaba, pero en vista de lo acontecido, era necesario intentar un cambio.
Hemos empezado con la división salomónica del grupo. Y de momento, el tiempo con todos ellos juntos ha sido caótico. Es cierto que hemos estado en el aula de arte, donde no hay ni siquiera sillas para todos. Y puede que la acústica no sea buena. Puede también que el aula invite a compartir y hablar, cosa que en principio no me parece malo, el problema es cuando estamos casi 80 en un aula. 
En cualquier caso está siendo muy interesante, ayer tuvimos nuestra segunda clase, pues la primera fue el arranque, y de hecho disfrutamos nuestros primeros tiempos de taller y ahí todo fluyó adecuadamente.
Pero tras la fallida teórica, los tiempos rígidos, donde no se consigue ni escuchar un audiovisual y donde la gente sale escopetada porque pierde el bus (un estudiante me dijo “lo siento profe yo me quedaría pero es que pierdo el bus”), claro, resulta que acabó el visionado a las 19:08 y la hora de salida de la teórica es a las 19:00.
Me he dado cuenta cómo durante más de cinco años me he salvado de este tipo de sensaciones. Del ruido repentino de todo el mundo recogiendo para marcharse porque es la hora, aunque aun estés hablando (eso el primer día a las 19:00 en punto). Claro estamos estresados como me decían ayer, desde los 3 años, porque los niños de 3 años ya están estresados.
Qué mundo de mierda construimos para nuestros niños aceptando como normal el estrés congénito.
Ayer tras la “teórica”me sentí absolutamente miserable, sabía que no era algo personal de ellos contra mi. Como cuando no se puede guardar silencio porque a mi me educaron en el “si hablas te sales de clase” y hasta a golpe de regla en la mano, como les contaba ayer para su asombro. 
A lo mejor si no has recibido esa experiencia te es más complicado regular los tiempos de silencio también, repensar la disciplina como algo interno, no externo. Pensar eso me es muy triste.
En fin, a mi también me cuesta la disciplina, a mi también me cuesta callarme en según qué situaciones. La verdad es que les entiendo, yo también tengo mis propias dificultades.
Luego en la parte práctica del grupo partido que tocaba de nuevo me recompuse y dejé de sentirme miserable.
Inspirada por mis estudiantes de arte terapia que mencionaron un club de lectura para nuestras clases, se me ha ocurrido que podríamos crear un “Club de tertulianos posbolonios”, terminada la clase, para quedarnos por el placer de hablar y compartir en un grupo nada bolonio, y sí humanista, entre las 20:30 y las 21:30... sin obligación curricular de por medio.  Eso significaría, llegar muy tarde a casa, soy consciente. Quizás el tiempo de utopías, acabó ya.