martes, 16 de febrero de 2021

Tiempos salvajes para la Educación Artística

Carátula de "La lengua de las mariposas" de Cuerda

 Hace un año ahora vimos en clase "La lengua de las mariposas" la película de Cuerda. Esa tarde, después de la clase, acabé desmayándome y dándome un terrible golpe en la cabeza. De alguna forma, el visionado de la película activó ese síntoma, o esa fue mi sensación. Atribuí el asunto a la presión en la universidad, una presión acumulada en diferentes asuntos.
Ahora que ha pasado un año y a la vista de lo que ha ocurrido después, encuentro ese desmayo premonitorio (es muy fácil analizarlo así a un año vistas), como un pre-sentir la locura a la que nos abocábamos y de la que -no tengo duda- las víctimas mayores son los ancianos, los niños y los jóvenes.
Me contaba recientemente Eugenio, estudiante de prácticas, que en su aula de cinco años, a tres niños que cumplieron seis, les impusieron la mascarilla, por ser obligatoria desde esa edad. El resto de compañeros no la usan aun, estarán esperando esa fecha siniestra, el momento de colocársela. O a lo mejor identifiquen esa medida barrera que dificulta el respirar, como un ganar estado y hacerse mayor... quién sabe. La capacidad del ser humano para soportar lo indecible es inmensa.
El maravilloso profesor de "La lengua de las mariposas", era un hombre intachable, ético y coherente. Pero fue defenestrado y traicionado incluso por quien tanto le amaba, Moncho, el niño protagonista. 
Ojalá que no lleguemos a extremos y la cordura se instale (aunque muchos extremos ya se han sobrepasado).
Ojalá que dejemos de estar gobernados por el miedo. 
Ojalá que las medidas que se utilicen ayuden a nuestra salud.
Ojalá que recuperemos dignidad.
Ojalá que la gente deje de morir sola.
Ojalá que no perdamos lo mejor de ser humanos.
Ojalá que respetemos el pensamiento diferente al nuestro.
Ojalá que la libertad de expresión se preserve.
Ojalá y en cualquier caso, que seamos capaces de afrontar dignamente lo que venga.