sábado, 16 de febrero de 2013

Amor, Familia, Salud


Hoy para la clase de Educación artística llevaba un planing bastante ambicioso, me había hecho un esquema de lo que hacer y aun sin estrés por cumplirlo a rajatabla, cuando llegué lo escribí en la pizarra. 
Deconstruimos la clase para hacer un círculo, una compañera recordó que menos mal que no vienen los 67 (y yo respondí como un mantra "y ya es triste decirlo"), fue bonito ese proceso de deconstruir, abrir el círculo, mirarnos las caras. El proceso educativo y la masificación a la que nos está llevando el sistema quiebra tanto lo humano que respirar este oxígeno, estas burbujitas, da mucho gusto.
La verdad que utilizamos bastante tiempo en hablar de la evaluación de los blogs, del examen, preocupaciones sobre la "subjetividad" y yo tuve que mentar a compañeros de mi área, desde Girona a Granada pasando por Sao Paulo: pensamos lo mismo "La educación artística no son manualidades", no hay subjetividad ni no subjetividad en ello, todos estamos de acuerdo (por supuesto recomendé con mucho gusto el libro de María Acaso La educación artística no son manualidades, su blog unido a este mismo y su delicioso Esto no son las torres gemelas).
Todo fue fluyendo por intrincados caminos de lo que es compartir y hablar y escucharnos y cuando hablamos por fin de qué pasaba con "Lo importante" y yo recordé lo que para mi es importante ahora volvieron a sonar los temas clásicos y alguien dijo algo así como "bueno lo importante es lo mismo para todos, el amor, la salud, la familia"... pero entonces Panayotis dijo algo parecido a "eso no es así, porque el amor pasa, la familia nos tocó y la salud, al final acabamos todos muertos". Me pareció fascinante este punto, porque ahí tocamos ese lugar donde se ve que la educación artística, evidentemente no es (solo) algo de lo manual, porque teníamos la filosofía sobre la mesa, una filosofía que construir en una imagen personal.

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