martes, 18 de febrero de 2020

Somatizar un aula/ Ser insensibles a los horrores visuales

Obra de William Blake de la exposición de la Tate Britain , Londres, la pasada Navidad
Ayer cuando empezó la clase “teórica” de Educación Artística, estaba yo sentada en uno de los pupitres en la parte delantera del aula. Un aula clásica donde los estudiantes normalmente ven el cogote de sus compañeros. Un aula con espacio para que entren como noventa estudiantes más o menos. Al inicio me costó empezar a hablar, se puede decir que “somaticé el aula”, sentía un tipo de vértigo, de mareo... como me suele pasar a veces, cuando lo verbalicé el malestar fue desapareciendo (dije que el aula me parecía un circo romano, ¿dónde estaban los leones... ?).
En sí el espacio no tenía nada de particular. Se trata de una clase “de toda la vida”, podría decir de muchas vidas porque por aulas de este tipo han pasado generaciones desde hace siglos.
Sorprendentemente, una vez pasado el jamacuco inicial, empezamos a entrar en calor. El debate comenzó a partir del visionado de las Stories de Eva que cuenta en Instagram las últimas semanas de vida de Eva Heyman. Reflexionamos acerca de si, de tener semejante tecnología, Eva habría realizado tal reportaje... y derivamos a un tipo de debate eléctrico en el que el problema del mal se manifestó abiertamente. 
Vivimos tiempos apocalípticos, y también es cierto que la anestesia ante los horrores siempre ha estado presente entre los humanos. Los devorados por las fieras en ese tiempo que me inspiró inicialmente el aula o, los espantos que salen hoy en el telediario con toda normalidad y ante los que nos insensibilizamos son parte de dinámicas culturales del mismo estilo. 
Claro, en la tele no lo estamos viendo en vivo y en directo... pero personalmente tengo un umbral muy bajo de resistencia a las imágenes salvajes, y me doy cuenta de que los humanos somos capaces de absolutas tropelías. 
Anoche internamente celebré que se pudiera arrancar un debate semejante, por incómodo que pudiera resultar. Pienso que en la educación hace falta mucha conciencia, como en general en la vida, y es en el espacio donde se crea la educación del futuro que podemos avivar la llama de la conciencia, atreviéndonos a mirar ahí donde las oscuridades nos podrían hacer girar la cabeza.

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