domingo, 31 de enero de 2016

¡Miedo, miedete, vete, vete, vete!

Una de las plantas que conservo y que contiene la "amenaza"
En nuestra última clase de educación artística recordé el estupendo trabajo que Inmaculada González desarrolló con sus niños de cuatro años. Después de la experiencia desarrollada en nuestra clase de doctorado sobre rituales y miedos de la que tenemos una publicación Texto de investigación sobre "La amenaza" Inmaculada trabajó en su aula de infantil con los miedos de los niños. Había preguntado a los padres y esta era la principal inquietud, antes de las rabietas y los celos, así que se animó a poner en marcha el proyecto. Lo hizo con la sensibilidad que Inma tiene, a partir de las propuestas de los niños y sintonizando con ellos. Cuando les preguntó por sus temores los niños comentaron de muchos y variados miedos: brujas, lobos, quedarse solos, fantasmas... luego se dedicaron a dibujarlos en hojas especiales, todos excepto una niña "carismática" que dijo no tener miedos. Luego de juntar una buena cantidad de dibujos sobre esos miedos, es decir, tenerles a la vista, estuvieron varios días debatiendo cómo hacer después para deshacerse de ellos y sobrepasarlos, al final se les ocurrió hacer un sobre súper bonito, meterles dentro y luego ponerlo en la clase en un sitio estratégico para que vinieran los piratas (un niños significó que efectivamente los piratas son ladrones) creyendo que era un tesoro y se los llevaran. Fueron metiendo en el sobre los dibujos siguiendo el ritual del ¡miedo miedete, vete, vete, vete! cada vez que colocaban un dibujo en el sobre, y aquel descansó en su lugar estratégico hasta que un día desapareció.
Pena que cuando se vio que ya no estaba el sobre y todos los niños brincaban de alegría, la niña carismática, que no tenía miedo y había dibujado mariposas y princesas, y luego brujas pero porque le gustaban también (cuando vio a los otros niños dibujarlas, no por que se le ocurriera a ella de inicio), pues dijo que ahora era ella la que tenía miedo y que no había funcionado el ritual.
Menuda faena, menos mal que a otro de los niños se le ocurrió que podían hacer atrapa-miedos como medida de excepción, y así acabar con el problema.
Los hicieron, se los llevaron a sus casas y la cosa terminó en paz y bien.
Es ahora releyendo el texto que me he dado cuenta que el comportamiento de la niña que primero no tenía nunca miedo y después de que los demás solucionaran el suyo les estropea el tinglado podría cuadrar con una estructura psicopática, esto suena brutal al referirse a un niño y evidentemente me faltan muchos datos, pero no podemos olvidar que los casos de bulling que se dan en la escuela probablemente están orquestados por niños que no tienen empatía y que incluso disfrutan viendo sufrir a otros. El profesor Iñaki Piñuel es experto en este tema y tiene una amplia bibliografía al respecto de esta pandemia social. En mis lecturas de las memorias de prácticas este año encontré una referencia en la anécdota que contaba una estudiante de un niño que se quejaba siempre de ser empujado en el patio y él a su vez era muy poco popular y tendía a ir chocando sin control con otros niños (todos de cuatro años). Investigando la situación, mi estudiante relata que vio que era un mismo niño el que golpeaba siempre al quejoso y a su vez tuvieron que observar durante días hasta comprender que un tercero era el jefe que organizaba toda la trama y explicó "como una pequeña mafia".
Escalofriante y a la vez muy expresivo de lo que ocurre en los centros escolares y nuestra responsabilidad de detectar conductas violentas o manipuladoras lo más precozmente posible.









miércoles, 27 de enero de 2016

Miedos y Antídotos y organizando el curso

El problema de los límites
La semana pasada iniciamos temporada, llegó el sol invictus y nuestras clases de educación artística. Esta vez en el grupo de futuros profesores de educación infantil hay hombres, es una buena novedad, y justamente uno de ellos -Manu- preguntó si tendríamos algún límite en las clases. Yo les había planteado el sistema de horario flexible para el estudiante que llevamos trabajando en los últimos años y cómo iba a ser la dinámica de la asignatura (eminentemente vivencial -sorpresiva incluso para mi- pero tranquilos todos,  que cumpliremos el programa con mucha alegría). Y sí resulta que hay un límite: el respeto de unos a otros y cada cual a sí mismo, ese punto fundamental que algunas veces se nos olvida, y lo inflijimos, y otras lo remontamos (en pequeñas cosas, para las grandes ya tenemos las noticias).
Colecciones de miedos
Luego iniciamos una dinámica para entrar en calor este enero, por parejas nos contamos una pesadilla, una muy mala verdaderamente, y soñada ayer o hace muchos años, igual da. Primero lo contaba una persona, luego la otra.
Había que poner mucha atención y empatía y escuchar el sueño del compañero como si fuera nuestro. 
Luego cada cual pensaría en un miedo que le despertó el sueño de su pareja y viceversa.
Compartimos los miedos para después buscar los antídotos. Al compartir pudimos darnos cuenta que verdaderamente los miedos de cada cual nos conciernen a todos, y es estupendo que se puedan imaginar antídotos.


Como una chica del grupo -Gema- quedó desparejada pues su compañera se tuvo que marchar, tuve la suerte de compartir sueño con ella, y el suyo a mi me reactivó el miedo antiguo a "no tener alas". Como antídoto vimos que podíamos sencillamente imaginar y sentir que sí las teníamos y concentrar esa sensación en el cuerpo con un gesto, un gesto que fuimos haciendo más pequeñito (recordando las indicaciones que me enseñó en su día Jéssica Cabrera con los arquetipos). Eso fue muy bueno. 
Por si fuera poca suerte ya, unos días después Luisito Lechuga componía una canción "Alas llevamos"  ALAS LLEVAMOS verdaderamente el antídoto estaba al completo, porque la música, como los arquetipos, nos nueve tanto las emociones. Alas llevamos y afortunados somos. 
Bienvenidos al Sol Invictus.