jueves, 12 de abril de 2018

Inventamos otra historia para Caperucita

Cuando en la última clase estuvimos analizando los personajes de Caperucita, nos dimos cuenta que la epopeya que esperaba a la protagonista era pérfida. Y repasando alguno de los análisis del cuento, en concreto el de Bettelheim, yo me pregunté: si se trata de ver el cuento como una suerte de iniciación sexual en la mujer ¿es que para hacernos adultas tenemos que pasar por las fauces de un depredador?
Este cuento me suscita muchas preguntas. Y creo que sobre todo de lo que trata es de la traición a la inocencia, de colocar al protagonista (podría ser también Caperucito) en la posición que no le corresponde. Como se dijo en clase, de observar la manipulación de la función materna, y la ausencia de un padre.
Pero ahora vamos a cambiar el cuento, en nuestra clase vamos a buscar otras posibilidades. Para ello trabajaremos en equipo.
Primero cada persona del curso incubará un personaje del cuento y decidirá cuál le interesa desarrollar como marioneta.
Confeccionará su marioneta procurando que sea muy suya, cero estereotipada, representativa de su identidad, que verdaderamente la represente.
Sugiero papel maché (hay un montón de tutoriales en youtube para ver la técnica), pero puede confeccionarse también de otra forma.
Una vez tengamos las marionetas, y contando con que en cada grupo lo mismo tenemos cuatro Caperucitas, que seis lobos, que ninguna madre, que ninguna Caperucita, vamos que no sabremos con lo que vamos a contar. Pues bien, cuando cada grupo tenga las marionetas de cada miembro del grupo, entonces inventaremos una historia, cada grupo la suya y confeccionaremos un storyboard (o imágenes en secuencia), utilizando dibujo, collage, como queramos, para tener nuestro guión. Cada grupo el suyo.
Cuando ya tengamos el guión, las representaremos en teatrillo y grabaremos las historias en vídeo y lo montaremos procurando una forma sencilla en el montaje (créditos sencillos, poca parafernalia en ese sentido si es posible).
Trataremos de que las historias se resuelvan en menos de tres minutos.
Al final vamos a disfrutar de diez fantásticos vídeos, con diez historias nuevas de Caperucita. Una por cada grupo de la clase. Será una fiesta.

miércoles, 4 de abril de 2018

Dos modelos de maestra y dos modelos de maestro

Debía andar por los ocho años y varias cicatrices, principalmente en el alma
Como a mi no me criaron mis padres, mi primera maestra que se llamaba Pilar como mi progenitora me marcó maravillosamente. Era una mujer con el cabello claro, muy cariñosa, lo que recuerdo de ella, es que me daba amor y me hacía sentir bien en mi piel. Recuerdo que me hubiera gustado que fuera mi madre.
Al año siguiente tuve otra maestra, era mayor, tenía el cabello cano y cuando una se equivocaba o hacía algo incorrecto, pedía que pusieras la palma de la mano para arriba y te golpeaba con una regla. Yo hice todo lo posible por evitar esa situación -ya estaba bastante acostumbrada por la vida en mi casa a intentar ser "buena" a ver si de una puñetera vez me salían las alas-. Pero una vez no sé qué hice y me llamó, me pidió que pusiera la palma de la mano para arriba y me golpeó con la regla. Aun me quema. Fue el aprendizaje del odio y el resentimiento. Del mal.
Unos años después en un colegio de monjas, tuve un profesor que hablaba con pasión de la literatura. El día después del intento de golpe de estado del 23 F vino a clase y nos saludó gritando ¡todas al suelo!, y soltó un disparo con una pistola de fogueo. Durante muchos años encontré performática y muy interesante su acción. 
Cuando ya estaba en el último año de instituto, tuve otro profesor de Literatura, que cada mañana, a las 9:00, abría el libro y se ponía a leer sentado en su silla como un monje un salmo. Cada día igual. Mi imaginación se disparaba, no escuchaba nada, solo un sonido lejano de su voz como un tonillo y dormitaba como me parecía él también hacía. Durante muchos años me pareció un ejemplo de un mal profesor.
Hace poco y gracias a una intervención con un grupo de Bellas Artes, invitada por mi amiga Mónica Aranegui, tuve la oportunidad de recordar a estos dos profesores, y les expliqué cómo mi percepción cambió con el tiempo. Encontrando al que nos pegó el falso tiro, abusivo y violentador, a su manera insensible y narcisista. Y al que nos leía sus salmos, propiciador de meditación, ondas alfa y a su manera, otro tipo de ser performer.