lunes, 25 de marzo de 2019

Dibujar del natural

                                


Aunque sea en la adolescencia el momento en que se pueda diferenciar a alguien como más háptico o visual, podemos dibujar del natural desde muy pequeños.
Se trata de mirar aquello a dibujar, y mirarlo con todos nuestros sentidos.
Disfrutar profundamente la experiencia.
Podemos encuadrar con nuestras manos y elegir un detalle de esa realidad (no el árbol completo por ejemplo, sino la hermosa geometría armónica de un espacio donde se encuentra una flor con dos ramas).
Podemos fijarnos en la forma de ese elemento seleccionado y trazar líneas que lo construyan, sabiendo que en la realidad la línea no existe, porque toda la realidad se construye con complejos planos de color. La línea la inventa nuestro cerebro.
Podemos dibujar la forma de la flor o el espacio que la rodea, y fijarnos en ese vacío/lleno del aire en torno a la flor.
Podemos dibujar lo que vemos, centrados en ese mirar, o posicionarnos de forma más háptica (emocional, visceral) y dibujar aquello que lo que vemos nos evoca y nos hace ver internamente.

Confiar en lo que dibujan los niños y educarnos para apreciarlo

Míriam dibuja su propia vaca, a pesar de la presión del dibujo infantilizante de la ficha
Dejar a los niños dibujar desde que comienzan a hacer trazos, confiar en su proceso, no juzgar lo que no entendemos como inferior. 
Dejar de dar modelos infantilizantes a los niños para que los copien dibujando.
Darles experiencias para que después dibujen.
Apreciar cada gesto en el niño, de la palabra al grafismo. Estar dispuestos a aprender de los niños.
Educar nuestra sensibilidad para apreciar la belleza de un garabato.
Un niño es una persona. Cada momento de su desarrollo es completo en sí mismo. Ya dibuja bien cuando garabatea, no necesita que pase el tiempo para dibujar mejor.
Cuando Míriam dibuja su propia vaca está haciendo un gran gesto resiliente, pues muestra su autoconfianza y amor propio al ser capaz de hacerlo a pesar del modelo estereotipado e infantilizante de la ficha que se le ha dado.

martes, 19 de marzo de 2019

Sillas que amortiguan golpes

Amortiguadores de golpes en la clase de 5 años
La semana pasada visité un colegio de prácticas en Parla, en él está María. María fue mi estudiante en la clase de educación artística hace tres años y este curso soy su tutora de prácticas.
Cuando llegué a la escuela, tuve que amortiguar dentro de mi un golpe.
A la derecha los peces del niño valiente en pequeño
Una profesora que me acompañó al aula de María me explicaba orgullosa que ellos son transparentes y evalúan punto por punto siguiendo el BOE. Y esa información se la transmiten a los padres. En ese momento, me explica, iba a evaluar al niño que llevaba de la mano, una criatura de tres años. Y me dice que tiene problemas y atrasos en el habla. Yo le pregunto si ella comenta algo así delante del niño, me responde que él no se entera.
En un momento que me quedo a solas con él le digo que su habla está perfectamente bien, en ese momento nos miramos los dos profundamente. Duró unos segundos.
Luego en la clase de María, resulta que estaban terminando de trabajar texturas sobre un pez que María había dibujado copiando un dibujo de un cuento. Los niños practicaron las texturas y un valiente dibujó sus propios peces en una esquina. Me quedo de piedra. María tuvo máxima nota conmigo, estoy segura que hablé sobre estereotipos en el aula y de la importancia de la creatividad -justamente ese tema le interesa mucho a María-.
Cuando comentamos luego le digo que me parece normal, aunque me inquiete, porque tenemos esos modelos metidos a fuego en el cuerpo, años y años actuando contra nosotros. María me explica que es que una compañera hizo esta actividad y a los niños les gustó mucho.
Y es que quedó bonito. Es el "abonitamiento" que comentaba Pablo Romero, qué gran término, qué peste para todos nosotros.
En la pared la actividad que tanto gustó, en el sueño lo que acababan de emular los niños de María