lunes, 5 de febrero de 2018

Nuevo curso, gracias vida

Con el abrigo caperucil y el vestido del viernes
El pasado 2 de febrero inicié mis clases de educación artística con un grupo nuevo. Estaba muy emocionada, excitada. Les busqué en su aula pero no estaban allí, se habían ido directos al aula de arte (es verdad que está en la guía docente pero es el primer año que me pasa).
Estaba muy emocionada, 67 personas con las que compartir este tiempo juntos ¿Qué pasará, qué aventuras viviremos?
Al inicio de la clase, les pregunté lo que les gustaría que pasara, lo que les haría felices, y lo que no. Dijeron que estaría bien que no hubiera mucha teoría, apuntes y cosas así, también que sería bueno trabajar con música. Andrea concretamente dijo que querría que fuera algo diferente a lo que normalmente se ha encontrado en esto de la educación artística. Yo le dije que creía posible que ese deseo fuera satisfecho con creces.
A veces una sola persona pide algo y la realidad se lo da, luego hay un grupo de otras criaturas que quizás no habrían formulado tal deseo y se encuentran dentro  del mismo encantamiento.
Pasaron varias cosas, mientras a velocidad de corazón abierto, me presentaba, les ponía en situación y entreabría los chakritas de la confianza: yo performer, maestra, compañera de viaje.
Cuando salí a buscar un café en la máquina escuché a dos estudiantes, una le preguntaba a otra si volvería después del descanso. No sé cómo lo expresó, pero le respondió diciendo algo así como que por un día ya había quedado suficientemente impresionada (todo estrafalario y extraño a más no poder me pareció que podía escuchar sus pensamientos por detrás). Y tuve la certeza de que decía una gran verdad, y comenté según pasaba a su lado algo así como: "pues no sabes lo que vendrá después".
Luego me di cuenta de que pudo sonar un poco brutal. Lo que pasa es que yo estaba entusiasmada. Me gusta pensar que podemos transformar las cosas, y hacer milagros.
Milagros como que un grupo de estudiantes se autoregule para gestionar su tiempo un viernes por la tarde de tal forma, que un buen número de ellos distribuya su 80% de 3,5 horas de clase obligatoria entre las 15:30 y las 20:30. Y me visualizo disfrutando enormemente en esa última hora del viernes, celebrando la vida, descubriendo caminos juntos, creando maravillas, y que se nos pasen las 20:30 horas y no nos demos ni cuenta. Nuevo curso, gracias vida.

3 comentarios:

  1. A por el nuevo curso!!Recuerdo mi primer día...... y también el último brindando con vino en mano. Es una gran experiencia compartir el tiempo contigo (una no es consciente de lo que aprende hasta que mira para atrás) Bss

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  2. Sheyla tengo la botella del vino en el despacho, qué momentos inolvidables. Qué bonito año fue. ¡Gracias! Abrazos

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  3. Rebuscando cursos de Educación artística me he encontrado con tu blog y qué alegría cuando he comprobado que si, que eras tú, aquella profesora que hace años en la universidad me enseñó a ver el arte de otra manera, a sentirlo, a vivirlo. Gracias Pilar! Por descubrirme con Amelie tanta magia!

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