lunes, 5 de febrero de 2018

Mi pieza icónica fundamental

"Dijo que no le valía, no se lo quiso probar" pieza que presenté para la exposición del
Cuerpo como medida, comisariada por María Jesús Abad Tejerina

Comenzamos curso, de nuevo -qué maravilla-, con el sol que vence cada día un poco más, y con el tiempo de Carnestolendas...
Fotografía de Jéssica Asensio
María López y Cristina Curiel. Un disfraz embarazoso
Voy a empezar esta entrada haciendo un poco de memoria. Hace dos años, con una promoción maravillosa de estudiantes, realizamos un ejercicio de veras difícil Ponerse en otra piel, fue muy fuerte lo que vivimos aquella tarde. La vuelta a la infancia que afloraba en esa otra piel dejaba también traslucir heridas, moratones y embarazos imprevistos. De esa jornada no tengo fotos in situ, fue muy brutal y muy íntimo también, aunque en la clase estuviésemos unas sesenta personas. Las fotos de Jéssica Asensio y Cristina Curiel y María López os pueden hacer tener una idea. También hay algunos testimonios en los blogs de ese año 2015/2016. Se consiguió ponerse en otra piel y hacer una transformación iconográfica sin que pareciera un "disfraz". Si entendemos que siempre vamos disfrazados porque nuestra esencia profunda está por encima de la cultura y los valores identitarios que asumimos cada vez que nos colocamos un atuendo son un artificio, aunque un disfraz para el común de los mortales es una ropa que se ve exagerada y carnavalesca. Todo el mundo piensa que cuando se viste, uno no se disfraza. Este concepto de normalidad del disfraz es algo que no se asume, es una idea verdaderamente extraña para la vida cotidiana. Forma parte de los delirios del psicoanálisis y sus teorías de lo inconsciente, con una buena dosis de impregnación de los teóricos de la antropología que ven el relativismo cultural en todas partes (y es un hecho que así es el mundo, pero como es obvio no lo vemos).

Ahora vamos a viajar a promociones más antiguas

Vestida para ir a la piscina
Vestido para hacer deporte
Vestida para ir de copas
Vestida para presentar en Tele 5
Años antes habíamos disfrutado de otros disfraces cotidianos y rituales con una carga más lúdica, aunque no siempre tan feliz. Ahí cuando les preguntaba a los estudiantes para que enumeraran situaciones para las que se vestían de tal o cual manera: para ir al cine, a un bautismo, a un funeral, de copas, a la playa, al médico, para dormir, para limpiar la casa, etc etc etc y lo iban diciendo con mucha alegría, no se podían figurar que luego íbamos a poner cada situación en un papelito y había que bordarla. Vamos que había que venir a clase lo más verídico posible con el traje y con la situación que la suerte te hubiera adjudicado. Así que el jolgorio y el desparpajo de ir diciendo situaciones para las que nos vestimos de tal o cual manera, se convertía en una cara de inquietud, ejem, ahora tengo que vestirme para una entrevista de trabajo, o para visitar a mis suegros, o para ir a pescar ¿me lo cambias? 
El compañero se vistió simulando estar enfermo, resultó muy creíble
Vestido para mendigar






















Bien y ahora vamos a situarnos en el presente. Febrero de 2018.
Cuando llegué a clase y un ratito después empezamos a hacer una lluvia de ideas acerca de mi aspecto iconográfico, en relación a mi abrigo caperucil, María (creo que fuiste tú María), dijo que aquello me podía hacer sentir protegida por ejemplo si no me sentía en confianza aun, y también darme calor. Este comentario llegó como caído del cielo, precioso. Efectivamente estaba entrando en la amplificación simbólica del objeto, de plano. Y fue muy sincrónico porque el día siguiente tuve yo una experiencia de visualización y de asociación muy iluminadora sobre un icono con el que sueño mucho, el abrigo gris, y que, de repente ubiqué en un contexto hace más de treinta años. Muy revelador...
Los objetos tienen una carga. Atesoran historia. A veces nos apegamos a ellos. A veces un día les decimos adiós, pero hay objetos asociados a situaciones, que son inolvidades, totalmente. Como mi abrigo gris de cuando copiaba en el Museo del Prado: aun no había tenido un hijo, ni estudiado Bellas Artes, era una suerte tener dinero para un café... pintaba y dibujaba mucho, era feliz a mi manera.
El muy soñado abrigo gris, con su referente histórico


La nueva propuesta, el nuevo reto parte de ahí y es un poco diferente:

Mi pieza icónica fundamental 
Deberemos elegir un elemento iconográfico (sombrero, abrigo, vestido, calzoncillo, pulsera, bolso, peineta etc etc etc: lo que sea), que tenga para nosotros un especial valor simbólico, una carga extra, especial, emocional, de la memoria..., y vamos a "vestirlo" dándole el valor y la importancia que merece para presentarlo y "pasearlo" ante el grupo, en un simulado pase de moda. 
Para ello tendremos que adecuar el resto de nuestra indumentaria, para que la pieza en cuestión resplandezca y se vea como prioritaria, resaltada. Lo haremos o bien por la elección del color del resto de piezas de nuestro atuendo, o por coherencia con los otros elementos que vistamos. 
Todo el grupo acompañará este hermoso momento en que cada uno paseará ante todos con su icono fundamental, y al llegar a la pizarra escribirá una frase a modo de Haiku, pequeña línea poética que resumirá el poder personal de ese icono, y permanecerá ahí por un momento, y luego borrará su frase para dejar paso a la energía del siguiente compañero.
Feliz incubación.

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