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Versión del cuento según los Grimm del año 1941 |
Ayer y siguiendo nuestro proceso de construcción de una nueva historia del cuento de Blancanieves, nos encontramos con varios conceptos importantes a reflexionar. Apareció el tema de la vergüenza cuando nos pusimos a realizar ese baile que conjurara a la bruja (no estamos muy acostumbrados a movernos en ambientes fuera de espacios rituales y ayudados de alcohol u otras sustancias). Ahí se trataba de bailar y verdaderamente sentir el baile y conjurar ese mal, porque todo había partido de un hecho sincrónico que lancé al grupo, y nos venía muy bien para la puesta en marcha de la energía arquetípica del cuento, una puesta en movimiento desde lo positivo.
Comencé a bailar con Daniella sin música, y luego con música fuimos animando a los demás, las compañeras se incorporaron poco a poco. Es normal la vergüenza con el cuerpo a estas edades jóvenes. Me acuerdo del libro de Shinoda Bolen sobre las ancianas, ancianas esplendorosas, que disfrutan, se ríen, no se quejan... no tienen la vergüenza paralizante de la juventud. También de Pinkola Estés en su libro La danse des grand-mères la danza de las abuelas, en este libro se cuenta que tradicionalmente la misa daba una presencia muy importante a la danza, cosa que luego se fue recortando hasta desaparecer, pero en la ceremonia nupcial "Il existe une tradition ancienne, qui veut que lorsqu'une fille se marie, les vieilles femmes essaient de tuer le marié avant qu'il gagne la chambre nuptial. Et leur arme, c'est la danse" (Existe una antigua tradición, que hace que cuando una chica se casa, las viejas tratan de matar al casado antes de que gane el lecho nupcial. Y su arma es la danza). Efectivamente la tradición que relata el libro es una en que las cuatro abuelas bailan con el novio hasta que lo dejan prácticamente exhausto, y es en ese punto donde le es permitido el paso a la compañía de su novia, a la que las abuelas dicen que está bien el marido, que ya lo han probado en el baile y piensan que podrá hacerla feliz. El poder de esas abuelas es enorme y su falta de vergüenza también, no temen la crítica, están por encima de eso, tienen enorme seguridad en sus viejos pero poderosos cuerpos, y mucha energía (bailan hasta derrotar a veinticinco jóvenes caballeros según el relato, incluido el novio). Sería bueno aprender de esta falta de vergüenza en la juventud para no perder oportunidades de disfrute en que permitirse sencillamente "ser".
Otra cosa es la sinvergonzonería, ahí lo que se juega es otra cosa, es la falta de límite en el respeto ajeno, es la burla de la ley que solamente se acata para evitar la pena, no por convicción ni por ética ni por solidaridad, el sinvergüenza no tiene más límite que su cobardía.
No veo clara la frontera niños adultos, en lo más profundo del ser todo es permanente. Siento un sabio cuando me acerco a veces a un niño, o a un déspota, depende el caso. Y cuando es a un adulto, también en ocasiones encuentro una criatura malcriada y reactiva.
Es un gran reto versionar un cuento de hadas tan potente como Blancanieves donde juegan la inocencia y el mal un combate sin par. Y rehacerlo, desde una profunda incubación, puede ser un proceso maravilloso.
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