lunes, 25 de marzo de 2019

Dibujar del natural

                                


Aunque sea en la adolescencia el momento en que se pueda diferenciar a alguien como más háptico o visual, podemos dibujar del natural desde muy pequeños.
Se trata de mirar aquello a dibujar, y mirarlo con todos nuestros sentidos.
Disfrutar profundamente la experiencia.
Podemos encuadrar con nuestras manos y elegir un detalle de esa realidad (no el árbol completo por ejemplo, sino la hermosa geometría armónica de un espacio donde se encuentra una flor con dos ramas).
Podemos fijarnos en la forma de ese elemento seleccionado y trazar líneas que lo construyan, sabiendo que en la realidad la línea no existe, porque toda la realidad se construye con complejos planos de color. La línea la inventa nuestro cerebro.
Podemos dibujar la forma de la flor o el espacio que la rodea, y fijarnos en ese vacío/lleno del aire en torno a la flor.
Podemos dibujar lo que vemos, centrados en ese mirar, o posicionarnos de forma más háptica (emocional, visceral) y dibujar aquello que lo que vemos nos evoca y nos hace ver internamente.

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