Por María Álvarez Estévez
Colaboradora del Grupo Cultura, Imaginario y Creación Artística
Somos una especie destinada a la búsqueda. Evolucionamos por la búsqueda, queremos ir más allá siempre. Hemos encontrado muchas respuestas, pero todavía más preguntas, y ellas nos han devuelto al proceso de buscar, de explorar, de mejorar (o, al menos, así lo creemos). Sin embargo, existen ciertas cuestiones que hemos estado tratando desde que existimos. Nuestra propia identidad, la del individuo que se autoreconoce, se configura como una de las grandes incógnitas que nos han acompañado siempre. Nacemos, crecemos y morimos preguntándonos por nosotros mismos y por el mundo que nos rodea, y los grandes pensadores de la historia no han podido nunca concluir una solución. Así, la representación visual se ha convertido, desde el principio de los tiempos, en nuestra forma favorita de reconocer y evaluar nuestra existencia. Nos miramos al espejo porque él es capaz de reflejar lo que nosotros no vemos. Nos detenemos en él a estudiar nuestros rasgos, nuestros gestos, nuestra identidad visual. Y una forma de materializar estos reflejos se concreta en la representación de la imagen.
En cada época ha existido una forma de hacerlo. Desde el arte, y desde la cultura visual, hemos evolucionado a partir de simples reproducciones pictóricas a todo tipo de disciplinas de la representación. Hoy, contamos con innumerables desarrollos tecnológicos que ponen a nuestro alcance cientos de formas de exponernos al resto y a nosotros mismos. El videoclip, es una de ellas, porque además de constituir un espacio multidisciplinar para el arte (y, con ello, la libertad de expresión y experimentación), es una de las pocas disciplinas que llega a todos los sectores de la población. Como formato de creación, es aquel escogido por los artistas de la música y el vídeo para sus propias expresiones, y como formato de recepción, define todo tipo de reflejos culturales y existenciales; define nuestro grupo social. Como formato de búsqueda, constituye una de las formas más contemporáneas de expresar nuestra identidad visual; una de las formas más efectivas de construirnos a nosotros mismos, y de hacerlo hacia los demás.
A continuación, un divertido videoclip en el que asistimos a todo un desfile, literal, de arquetipos, símbolos y estereotipos sociales que se observan a sí mismos, y actúan para los demás como lo que quieren llegar a ser para ellos, a través del ojo de la cámara, y sobre la canción “Pink”, de Aerosmith. Dirigido por Doug Nichol en 1997:
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