miércoles, 4 de abril de 2018

Dos modelos de maestra y dos modelos de maestro

Debía andar por los ocho años y varias cicatrices, principalmente en el alma
Como a mi no me criaron mis padres, mi primera maestra que se llamaba Pilar como mi progenitora me marcó maravillosamente. Era una mujer con el cabello claro, muy cariñosa, lo que recuerdo de ella, es que me daba amor y me hacía sentir bien en mi piel. Recuerdo que me hubiera gustado que fuera mi madre.
Al año siguiente tuve otra maestra, era mayor, tenía el cabello cano y cuando una se equivocaba o hacía algo incorrecto, pedía que pusieras la palma de la mano para arriba y te golpeaba con una regla. Yo hice todo lo posible por evitar esa situación -ya estaba bastante acostumbrada por la vida en mi casa a intentar ser "buena" a ver si de una puñetera vez me salían las alas-. Pero una vez no sé qué hice y me llamó, me pidió que pusiera la palma de la mano para arriba y me golpeó con la regla. Aun me quema. Fue el aprendizaje del odio y el resentimiento. Del mal.
Unos años después en un colegio de monjas, tuve un profesor que hablaba con pasión de la literatura. El día después del intento de golpe de estado del 23 F vino a clase y nos saludó gritando ¡todas al suelo!, y soltó un disparo con una pistola de fogueo. Durante muchos años encontré performática y muy interesante su acción. 
Cuando ya estaba en el último año de instituto, tuve otro profesor de Literatura, que cada mañana, a las 9:00, abría el libro y se ponía a leer sentado en su silla como un monje un salmo. Cada día igual. Mi imaginación se disparaba, no escuchaba nada, solo un sonido lejano de su voz como un tonillo y dormitaba como me parecía él también hacía. Durante muchos años me pareció un ejemplo de un mal profesor.
Hace poco y gracias a una intervención con un grupo de Bellas Artes, invitada por mi amiga Mónica Aranegui, tuve la oportunidad de recordar a estos dos profesores, y les expliqué cómo mi percepción cambió con el tiempo. Encontrando al que nos pegó el falso tiro, abusivo y violentador, a su manera insensible y narcisista. Y al que nos leía sus salmos, propiciador de meditación, ondas alfa y a su manera, otro tipo de ser performer.

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