jueves, 1 de marzo de 2018

Una segunda piel para Caperucita


En todas las versiones de Caperucita, llegando hacia el clímax del cuento, Caperucita, ya en la cama con el lobo, comienza a fijarse en el cuerpo de aquel y preguntarle por distintas partes que le resultan extrañas, los ojos, los pelos, los dientes etc...
Propongo que dejemos de fijarnos en la piel del depredador para concentrar la atención en nosotros.
Vamos a escuchar nuestro cuerpo, realizaremos una silueta y en ella construiremos un mapa a base de recuerdos, buenos y malos, de cosas que le pasaron a  nuestro cuerpo, que nos gustan o que nos disgustan.
Y luego, terminada esta cartografía y utilizando la silueta del cuerpo como patrón, vamos a cosernos una nueva piel a partir de fragmentos de telas que nos encanten, porque nos gusten mucho, o porque estén atesorando una memoria preciosa.



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